Toalla, sombrilla, protector solar… y un vaso para servirse un trago de agua de mar nada más poner un pie en la playa. Aunque les pueda sonar extraño, hay personas que son firmes defensoras del hecho de beber un buen vaso de agua de mar cada mañana para estar sano y fuerte como un roble.
Otros prefieren beber ese agua marina embotellada, supongo que porque viven lejos de la playa y bajar cada mañana a beber un trago no les resulta posible. Sea por un motivo o por otro, lo que está claro es que ingerir agua de mar es una práctica nada recomendable que puede ser peligrosa. Sírvase un vaso de agua mineral, embotellada o del grifo, y póngase cómodo antes de seguir leyendo.
¿DE DÓNDE PROVIENE ESTA PRÁCTICA?
Aunque crea que se trata de una moda reciente, nada más lejos de la realidad. Los primeros testimonios escritos que tenemos de esta práctica son los que pertenecen al fisiólogo francés René Quinton, quien a finales del siglo XIX empezó a vender el “plasma de Quinton“: una solución a base de agua de mar diluida que, según el caso, se inyectaba, se bebía o se pulverizaba sobre la piel.
Todo para, aseguraba este francés, curar todo tipo de infecciones o enfermedades y también prevenirlas. Una teoría descabellada que la ciencia jamás pudo comprobar pero que llenaba sus bolsillos.
¿QUÉ DICE LA MEDICINA?
La postura del Ministerio de Sanidad no deja lugar a dudas: el plasma marino o agua marina es una pseudoterapia sobre la que sus defensores no han tenido ni siquiera intención de demostrar su eficacia a través de la ciencia.
Estas terapias con agua de mar se basan en la idea de la fuerza sanadora de la naturaleza, algo habitual entre las llamadas terapias naturales, pero como vemos son teorías sin contrastar. Todos sus posibles efectos beneficiosos o son falsos o no están probados científicamente, y aunque aportara algún beneficio su consumo nunca compensaría sus efectos perjudiciales sobre nuestra salud.
EL AGUA DE MAR COMO DESINTOXICADORA DEL CUERPO
Una de las recientes funciones milagrosas que se le atribuyen al agua de mar es la de desintoxicar nuestro cuerpo. Eso ya de por sí es algo erróneo, ya que nuestro cuerpo sabe perfectamente cómo eliminar las toxinas y esa función la cumplen maravillosamente nuestro hígado y los riñones. No necesitamos agua marina detox ni zumos ni nada que prometa cumplir esa función.
Y en el caso de que nuestros riñones no funcionasen bien, el agua de mar no los sustituiría. Lo haría una máquina de diálisis.
¿POR QUÉ PUEDE SER PELIGROSO BEBERLA?
Si optamos por ingerir agua de mar embotellada, el principal peligro es su alto contenido en sal y es que en un solo vaso hay aproximadamente unos 10 gramos. Esto puede causarnos una deshidratación importante ya que las células de nuestro cuerpo empezarían a expulsar agua para compensar toda esa sal extra, además de una importante elevación en las cifras de tensión arterial con todos los riesgos que eso supone.
Si optamos por ingerirla directamente del mar los peligros se multiplican. La concentración salina es mucho mayor, llegando a cuadriplicar la nuestra, por lo que a los riesgos ya comentados hay que añadir un importante efecto laxante que contribuirá a que nos deshidratemos y dañará nuestra microbiota y la mucosa intestinal. A esto hay que sumar los contaminantes que fácilmente pueden estar presentes en ese agua de mar sin tratar: tóxicos, productos químicos, bacterias fecales, metales pesados, microplásticos…
¿LA DIETA DEL DELFÍN TIENE RELACIÓN CON ESTO?
Por supuesto. La dieta del delfín es otro de los nombres que reciben los tratamientos con agua marina. En este caso nos indican que debemos mezclar dos partes de agua de mar con cinco de agua dulce, e ingerir la mezcla cada ocho horas como si de un medicamento se tratase. Todo con un supuesto objetivo: bajar de peso y mejorar nuestra salud. ¿La realidad? La ciencia no ha podido demostrar que se logre ninguno de esos dos objetivos.